Así respondemos a la lamentable columna escrita por C. Villasuso, el «director» de Mundotoro. Léanla bajo su responsabilidad y prestos a sentir una maligna efervescencia.
Yo sólo digo que hoy rompo mi silencio para unirme a este lamento, por los ignorantes «taurinos» que no entienden esta Fiesta más allá de unos jaleos y mantazos a un animal. Pocos somos los que vemos esto como algo ritual, algo incómodo, algo que nos cuestiona nuestra moral y sentido de la belleza, que nos presenta la muerte, tajante y sin tranzas, contradiciendo la vitalidad que todos llevamos dentro. Estoy seguro que muchos de nosotros acá presentes hemos muerto un poco en la Plaza de Toros. Hemos puesto nuestra humanidad en los pitones de un toro. E incluso tal vez soñado con esa muerte ideal, bajo el yugo del animal bravo. Yo no sé quién es Villasuso. Tampoco me interesa. Cada quien con su majadería. Sin embargo, hoy quiero defender la muerte digna del toro de lidia. Si está debe dejarse para que sobreviva la tauromaquia, que sea esa misma muerte la que se la lleve para toda la eternidad. Y así, simbólicamente, morimos todos junto a ella.
¡Olé!