Ayer leía la crítica más cierta sobre la actualidad de la tauromaquia. Dijo Antonio Lorca en El Blog de Toros de El País:
El toro bravo es una especie en extinción. La manipulación genética que ejecutan los ganaderos bajo las directrices y la presión constante de las figuras ha conseguido un animal de comportamiento enfermizo, blando de remos, carente de bravura y de casta y de acaramelado temperamento. Una caricatura que produce desazón, fastidio, lástima, aburrimiento y una profunda decepción.
¡Ay, que frase más cierta! No sé si alguien lo podría haber dicho mejor. El toro posmoderno es un espejismo, un mamarracho insoportable.
Continúa diciendo:
(…) el arte del toreo es posible gracias a la nobleza del toro, pero lo que lo hace grandioso es el toro de poder, encastado y fiero; con trapío, serio, bien armado, vibrante, encastado y codicioso.
Pero como somos pocos los que aún quedamos al frente, en defensa del Toro. La mayoría, como bien lo dice Antonio Lorca, se subieron al carro de la tauromaquia posmoderna. Y aquí, en el fuerte de la escritura nos resistimos los que, en un puro acto de obstinación y algo de fe, creemos que los toros algún día recobrarán el sentido.
Les dejo el artículo completo. La que ya sabemos para el que no lo lea:
Tribulaciones de un crítico desencantado.
¡Me adhiero completamente!
Abadía Vernaza