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Gravísimo error.

Gravísimo error haber llamado «toreros honestos» a Uceda Leal y Matías Tejela. En la corrida del domingo demostraron esa total ausencia de honestidad torera, tratando de disfrazar su miedo e impotencia antes los cojonudos Mondoñedos como si fuera una falta de raza de los animales. Y mentira, los animales, especialmente los lidiados en 2do. lugar mostraban el genio y la casta que tienen los animales de verdad, y no la de los estúpidos burracos que algunos crían y les llaman toros-artistas.

Pido mil disculpas a mis cuantos lectores por cometer tan terrible error. Rectifico.

Para mí, la Mondoñedo siempre será una corrida de verdad, una que me hace ilusión. Como en este mundo de las corridas de toros, la crianza del toro es una lotería, un ritual donde la comunión deja mucho al azar. La sangre brava no siempre es brava, y la mansa, aunque siendo una excepción, no siempre es mansa. La corrida de Mondoñedo no deja de ser una corrida provocativa. Podemos llamarla la corrida más dura de estos lados del charco. Por eso, en el sorteo afloran todo tipo de discusiones, se tratan de tumbar animales, recurriendo a cualquier imperfecto para sacarle del encierro. Se discute, se acaloran, se pelea, etc. De todo pasa antes, durante y después de la corrida. Todos saben que ahí, en algún lugar, hay casta. Y muchas veces, de las más peligrosa.

Por eso, a pesar que los tres primeros fueron animales que mansearon, midieron y se rajaron, no eran insufribles. No eran burracos estúpidos. Animales con malicia indígencia, con sentido aguzado, con mala leche. Los 3 siguientes fueron animales bravos -o tal vez, alguno más bravucón. Animales que los toreros no quieren ver ni en un pintura de Goya. Es que ni siquiera en una de Botero. Y así sucedió con Uceda Leal y Matías Tejela. No los quisieron ni ver y trataron de engañar al público santafereños, que una vez más se limpió de la asistencia pop y no comió cuento.

Sebastián Vargas, el torero que en el papel tiene las menores condiciones, se destacó por su entrega y aunque toreó a control remoto y como sus limitadas capacidades lo permitían, por lo menos se le metió en el camino a ese tren que salió en 4to. lugar. Eso se llama pundonor. Leal y Tejela salieron despavoridos, para el hotel. Como se escuchaba a la salida en los pasillos: «¿A qué vino Uceda? ¿De paseo? Pitados, como pedo de loca.

Mondoñedo sacó la casta que su ganadería lleva por dentro. Porque esta tarde comprobé que a mí lo que me molesta es la estupidez insufrible y no la mansedumbre peligrosa, a la que no se le puede andar por ahí faroleando. Para mí, Mondoñedo debe ser la única ganadería obligada en cualquier plaza digna de Colombia. Es más, tienen la casta para lidiar en otras partes. Pero como todos sabemos que no son toritos-pop con ellos no hay bullerengue asegurado.

En varas, buenas peleas, que demuestran cómo son seleccionados y para qué son criados estos animales en las colinas del municipio de Mondoñedo, a apenas 30 minutos desde donde escribo estas líneas.

Abadía Vernaza.

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