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Corrida dura, toreo blando: sobre la corrida de Mondoñedo

Esta vez decidí tomarme un tiempo para escribir sobre la corrida de Mondoñedo, sus incidencias y también un poco de reflexión sobre su significado. Del domingo a hoy se conocen ya varias opiniones sobre este día, acordando todas en la calidad del encierro, en cuanto a presentación y casta. Yo no soy la excepción. La corrida de Mondoñedo fue todo lo bueno que ya se ha escrito.

Los 7 toros corridos de Mondoñedo se presentaron con una seriedad única, muy en su tipo de encaste, y que también iba rematada con una casta abundante. En Colombia sí hay Toros y esos son de Mondoñedo. Analizar este tipo de toro creo que se debe hacer con detalle. Trataré de hacerlo.

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«Ola ke ase? Si tiene ganas de torear o ke ase».

Como aficionado, sé que la casta y la bravura son cualidades indispensables para el desarrollo de la lidia. Pero otra cualidad que debería ser obvia es su presencia. ¿Cuánto toro bravo y encastado se lidia, pero siendo algo más parecido a un gato que a un animal imponente? Yo no sé ustedes, desconocidos lectores, pero la tauromaquia tiene sentido si inspira respeto y admiración, como cualquier arte. Pero también, al ser una tragedia debe inspirar miedo. Miedo a la muerte presente. La habilidad del hombre para aplacar su miedo y superar a un animal, a todas luces más poderoso, es el valor del toreo. En esta tarde se respiraba miedo y respeto. Más el primero que el segundo, por eso los toros estuvieron por encima del toreo blando. Existió esa condición de imponencia, esencial en una tauromaquia que valga.

También estuvo la casta y en ocasiones, la bravura. Toros de embestida poderosa, que recargaron en tablas, persiguieron y fueron con ganas al caballo, alguno embistiendo de lejos, otro al relance, pero por el toreo blando. También repitiendo al caballo, sin aplacarse y buscando pelea. Y dando tumbos. Sí, yo sé, ya se los habían dicho. Creo que Mondoñedo nos deja tranquilos porque sabemos que en Colombia existe una ganadería seria. Y además es una ganadería -y una familia- fundacional del Toro en Colombia cuyo compromiso con la autenticidad del Toro está más vigente que nunca. Un homenaje al toro bravo, como título Caballero en su reseña en El Tiempo.

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«Y como enseñó mi madre, con fuerza al caballo».

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«Vamos que aquí hay pelea»..

También nos tranquiliza la existencia de espacios alternos, como el Centro de Eventos Marruecos, aka. Plaza de Toros de Puente Piedra, para la celebración de corridas especiales o alternas al calendario taurino, ojalá alejada del triunfalismo necesario para mantener el interés de una Feria y más cercana a la verdad y a la perpetuación de un arte que ya no lo parece tanto. Pero que sigue existiendo. De paso, felicito al Sr. Londoño por su Plaza, impecable, coqueta, un lujo en las cercanías de Bogotá.

Ahora, ¿qué me preocupa? El toreo blando en general, que claramente no se hizo ausente frente a los Mondoñedo. Argumentos a favor del valor de un torero se encuentran por doquier. Ya lo decía Hemingway, casi todo torero se defiende diciendo que es él y no el espectador que arriesga la vida. Como quien dice «shut up and take it for granted». Me preocupa la falta de oficio y el exceso de mañas. Lo digo de frente y lo sostengo a quien quiera. Grandes toros, ¿pero para quién? El cartel estaba compuesto por Paco Perlaza, Ramsés y remataba el español Eduardo Gallo. Durante toda la tarde, muchas de las cualidades de los animales fueron tapadas por trucos de destoreo, consecuencia de la falta de técnica y sitio o por espanto.

Por muchas razones, sobretodo lo especial de la tarde, procuré ir sin prejuicios y abierto a la sorpresa y a reconciliarme con mi propia afición. Paco Perlaza nunca ha sido de mis respetos. Y en esta corrida no cambió en lo más mínimo mi opinión. Algunos dicen que pasa por su mejor momento, yo no vi nada nuevo. Contando con suerte siempre en sus lotes, son toros que se diluyen en un toreo carente de sitio. Toreo salsero, pasa la mano, tres pasos y vuelve a empezar. No hay sitio. Tampoco hay sensibilidad. Total ausencia. Sus dos toros fueron desperdiciados, porque además de las condiciones ya expuestas, fueron nobles, algo que en la dureza del encaste no es muy abundante. El toro de Mondoñedo es difícil. En fin, dos toros dejados a un lado, por falta de atornillarse y torear. Dos animales que le sobraron en seriedad y presencia.

Ramsés es un torero que conoce ya la ganadería y aunque en algún momento trató de sacar una lidia seria, que así exigían, se pegó una espantá de libro y no veía la hora de despachar y sacarse las luces. Sus dos animales estuvieron por encima también. La falta de oportunidad es comprensible en el toreo colombiano, pero también hay que saber aprovechar las oportunidades, superar el miedo y luchar como si no hubiera mañana. Pundonor. Ganarse el respeto o saberse retirar. Como en la vida misma. En su primero, luchó frente al que tal vez fue el toro más complicado, porfiando en ocasiones. En su segundo dirigió una lidia que se estaba descarrilando pero pronto se fue el valor y quedó el espanto. Pases cuidando las carnes y olvidando todo lo demás.

Eduardo Gallo, más curtido, venía con más carné, con más capacidades y de alguna forma, así lo hizo. En su primero estuvo ahí apenas, despachando rápido a un animal que tenía mucha cara pero aprendía y adquiriría mucha malicia y al que le faltó poder torero. En su segundo, luchó y dominó a un gran Mondoñedo, que según entiendo, se corrió en turno por la necesidad de apuntillar a Greñudo (2do.), al estrellarse con el burladero. Sudo una oreja, toreando al natural, de frente y recibiendo un fuerte levantón que asustó al tendido. Valía su faena y valió la vuelta al toro que fue bravo hasta el último suspiro.

Ya para terminar, cierro mi preocupación, como ya decía, por el oficio de las cuadrillas, que son las mismas presentes en todas las Ferias. No digo que no sepan lo que deben hacer, incluso hubo pares con nervio, sino que se encubren en una cantidad de mañas que descomponen la Fiesta y el sentido que cada acto tiene dentro de la Tragedia. Ejemplo, las dichosas banderillas y su empeño en poner sólo dos, desafiando a Presidencia y afición. O la capoteadera innecesaria. O la brega al relance. Apenas un saludo al tercio y poca brega para destacar. A los toros les dieron muy duro, arriesgando poco y castigando mucho. Les dieron muy duro, por culpa del toreo blando.

Al final, fue una corrida sin muchas sorpresas, que tranquilizan por el estado del ganado bravo, pero dejan otras preocupaciones, mañas de una tauromaquia blandita, que se replica por todas las plazas y que hace mucho daño al conocimiento y ejercicio de la lidia.

Eso sí, insisto que fue una rebelión de la verdadera afición, la primera cita de una grupo de amantes de la Tauromaquia. No puede ser la única. Hay que hacer esfuerzos para tener espacios legítimos, donde la integridad es lo más importante. De alguna forma siento que es por la periferia taurina por donde debe iniciarse el camino de la recuperación, celebrando corridas serias, buscando legitimidad, arte y valor, más que masas, triunfos y «apoteosis» contemporáneas.

Hay Toros en Colombia. Ahora, a recomponer lo demás.

Abadía Vernaza.

Nota: Todas las fotos son tomadas por Andrés Rivera de Fiesta del Toro.

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Corrida para la afición en Mondoñedo.

(Actualización) Se confirma que la corrida será en la Plaza Centro de Eventos Marruecos, Vía Subachoque, 1Km. Este cambio se debe a la temporada de lluvias e inundaciones que afectan la Dehesa. Esta Plaza es bajo techo, para comodidad de la afición.

Desde Cali veníamos escuchando de una posible corrida a celebrarse con plaza portátil en la propia ganadería de Mondoñedo. Pues los rumores son ciertos.

El próximo 17 de febrero, a las 3:00pm, se celebrará una especialísima corrida de toros en la Hacienda La Holanda, donde pasta este respetado hierro. Para esta corrida el ganadero ha reseñado los mismos animales que iban a la no celebrada Temporada Taurina 2013 en Bogotá. Así es, lo que iba para la Santamaría será lo que se verá. El cartel estará compuesto por Eduardo Gallo, quien se ha curtido en España y triunfó en Manizales de la mano de Mondoñedo, y por Colombia, Paco Perlaza y Ramsés Ruiz, quienes saldrán a demostrar sus arrestos antes estos Toros. Pero lo que nos emociona son los de cuatro patas y dos pitones. Así ha reseñado el ganadero:

No. 201: Hortelano, 486 kilos.

No. 207: Canciller, 523 kilos.

No.213: Espartero, 520 kilos.

No. 492: Tocayito, 492 kilos.

No. 505: Greñudo, 506 kilos.

No. 223: Bambuquero, 480 kilos.

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El aforo de esta corrida será de 3.500 aficionados y las boletas podrán obtenerse a partir del lunes 21 de enero, en la dirección Trv. 3A 51A-09, cerca al Hospital Militar, o el mismo día de la corrida, como nos contó el propio ganadero Don Gonzalo Sanz de Santamaría. Pueden contactar al (1) 3403187 o (1) 3403197.

También, La Ruta del Toro Colombia, liderada por el subalterno retirado Juan Carlos González Díaz «Topito», ha programado un día de campo que incluye recorrido por los potreros de la Hacienda, charla con los ganaderos sobre su dehesa y los toros ha lidiar, almuerzo, tiempo libre para esparcimiento y entrada a la corrida. Quienes se interesen por este paquete «todo incluído» pueden visitarlos en Facebook o llamar al 317-8292905 o al 312-3590944

(Por cuestiones logísticas propias al día de la corrida, el paquete de La Ruta del Toro no se llevará a cabo, por decisión de los organizadores, nos contó el propio «Topito»).

El plan está armado. Nos vemos de nuevo en los toros en Bogotá.

¡Viva la verdadera Fiesta Brava!

Abadía Vernaza.

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¿Cómo se viven los toros?

De la 2da. de abono, mi amigo Felipe Botero, El Botija, sacó esta columna sobre cómo se vive la Fiesta Brava. La polémica siempre hará parte de este mundo, contradictorio y mágico. Se las dejo, con gusto. –A.V.

Comparto el punto de Antonio Caballero que dice que una corrida de toros debe tener tres componentes para poder serlo, en lo mas ontológico de la palabra. Los Toros, los toreros y la gente, completan la terna que hace una corrida. Como todo en las corridas va obviamente de a tres.

Ya decía Paquirrí que para torear había que ser consciente de las mujeres que te veían desde la barrera. No lo asumo desde el sensacionalismo pop que generaba este torero, sino porque es, en últimas, el público que va a las Plazas quien permite mantener viva esta Fiesta, tan manoseada en opiniones políticas como “moralistas”.

Quisiera contar entonces lo ocurrido el domingo pasado en la segunda de abono de la Santamaría. No acababa de llegar a mi trono en los tendidos altos de sol -porque comparto la idea que los toros se deben ver desde sol-, cuando expresé en voz alta y ante mis compañeros de corte, que lo que más me aburría de la tarde era volver a ver a David Mora, a quien ya había bautizado en Cali como el Paco Perlaza de España. Hago la aclaración que, desde mi humilde opinión, Paco se conforma como la decadencia del torero a quien no le cabe una sola oportunidad más para “demostrar” eso que tiene, o que en su caso particular no tiene: alma torera.

Al acabar mi frase sentí una mirada de esas degolladoras que provenía de apenas unos cuantos centímetros al lado izquierdo de mi nuca. Al verla, vi una de esas mujeres que se visten para ir a la Santamaría y que dejan sin aliento a los toros, los toreros y a la gente. Me senté junto a ella sin comentar más mi posición sobre el español, con ese sentimiento de pena que siempre me ha cararacterizado al decir en voz alta uno de mis comentarios ácidos. No sólo apenado, también intimidado por tanta belleza. Luego pensé: “Ella es solo una más que viene a tirar farándula a la Santafarandulería«.

La corrida empezó y la vecina de mirada de descabello me dejó sin palabras. No por lo guapa sino por sus comentarios. Mencionaba por nombre propio el encaste Domeq de Agualuna, comentaba los pases del quite de Mora por su nombre español y decía con burla “o Cacerina como les llaman acá”. Reconoció, con la velocidad de torero de muchas tardes, los defectos y virtudes del toro: “este es noble pero por lo flojo de remos no va a haber faena”. Efectivamente, esos comentarios eran de alguien que sabía de toros y que había recorrido ese hermético y extenso mundo taurino.

Sin embargo, olvidándose de su conocimiento y dejándose llevar por la pasión, aplaudía sonoramente y se paraba en el tendido con cada una de las tandas de David Mora, mientras yo seguía orgulloso de mi comentario anterior, pues este corría la mano a velocidad de Nascar mientras que el noble iba sin generar peligro siguiendo su recorrido a paso de carretón. Para comentar algo de la corrida, puedo asegurar que las tandas de Mora se compusieron de los pases con mas ínfulas de querer ser arte, pero lo menos templados que he visto en mi corta vida. Menos templados que la hamaca que hay en mi casa; eso ya es mucho decir.

Pasado ya Mora y habiendo transcurrido de largo y sin mucho que recordar la faena del primero de Luis Bolívar -a excepción de los Maicitos-, salió Pablo Hermoso e hizo rugir la Plaza. Ese rugido típico que genera cualquier rejoneador y más aún porque se trataba de Pablo, el rejoneador Superstar, que ha llenado las plazas de Colombia y que ahora, tristemente, lleva las dos orejas sumadas a su estadística desde el paseíllo. Me duele decirlo pero Pablo me había reconciliado el año anterior con el rejoneo, pero en éste, sus actuaciones parecen las de Castella en sus años de Cali, una copia, un video de Youtube.

Y aquí se desató la polémica en la fila de abajo. Uno era juzgado por grinch y el otro, por torerista. Al Grinch nada lo complacía y al torerista todo lo excitaba. Yo invitaba a la bota y a la reconciliación del guaro pa’ poder seguir viendo el encierro, pero la tensión no paró incluso concluida la corrida.

Mientras la polémica estaba desatada, mi vecina ni siquiera oía los argumentos de parte y parte, sólo se tapaba la cara y hacía gestos de llanto antes del segundo de Mora. Ella tenía un miedo superior al del que vestía de luces. ¿Miedo a qué? ¿A perderlo? ¿A perder su amor, su amistad? Nada de lo anterior me consta pero se sabía que era cercana al “mataor”. Ella estaba extasiada y paniqueada, no me atrevería a decir que disfrutando pero por lo menos se quedó hasta el arrastre del último.

Los de la polémica seguían cada uno parado en su punto. Uno alegó toro tras toros y encontró defectos obvios para cualquier espectador concentrado, mientras que el otro aplaudió cada paso del trapo así fuese trompicado, cada quiebre del caballo así estuviera a metros. ¿Disfrutaron? No lo sé, pero ambos se quedaron hasta el arrastre del último…

Ese tercer componente de las corridas, LA GENTE, es tan disímil como similar. Cada quien tiene su torero, su ganadería, su aproximación, su propio entendimiento, pero lo mas importante, su forma de disfrutar. Hay quienes se emocionan de sólo estar allí. Hay quienes la mezcla de miedo, arte y amor los hace esperar, odiar, amar y temer. Y hay otros que su búsqueda eterna de lo verdadero los hace disfrutar el paso de cada tarde fallida. Al final de cuentas todos somos aficionados a los toros y todos nos quedamos hasta el arrastre del último. Como diría el mítico Gallo, entre los toreros y los espectadores: «Cá uno es cá uno«.

El Botija.

Post en respuesta a esta entrada de Abadía Vernaza en este blog  y a otra de nuestro amigo Andrés Rivera.

Encierro:

  • 4 de Agualuna, buen trapío, nobleza a excepción del segundo, pero indudablemente faltos de bravura y fuerza.
  • 2 de Ernesto Gonzales, nada qué decir, lo mismo de siempre.

Luis Bolívar: Oreja y Aplausos.
David Mora: Oreja y aplausos.
Pablo Hermoso: Dos orejas y aplausos.

P.D.: Nuevamente pido excusas por la ausencia. Debo aceptarlo: no tengo la disciplina. Si A.V. lo permite y me regala un espacio, en algunas ocasiones seguiremos escribiendo a là limó.

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Los aficionados exigen…

La verdad no pensaba escribir nada sobre la corrida de rejones en Bogotá, 4ta. de abono. Por múltiples razones, pero sobretodo porque no soy muy del toreo a caballo -me pregunto si se puede llamar toreo en el sentido estricto de la palabra, no sé. Pero cómo siempre lo he creído, uno debe ir a todos y cada uno de los festejos que se celebren, al menos dentro de una Temporada Grande -como acá en Colombia no son muchas, ni muy largas, es algo relativamente posible- porque uno nunca sabe qué se va a encontrar. El mundo de los toros da para todo. Y dio mucho de qué hablar.

Evidentemente, cosa para nada rara, no está relacionado con el rejoneo. De esto poquísimo podemos decir. Simplemente que es, en contadas ocasiones, un bonito espectáculo, vistosísimo para aquellos que no viven la Fiesta. Alguna bonita muestra de buen amaestramiento del caballo, una perseguida larga del toro codicioso, cosas así. Los toros de Dosgutiérrez sacaron la buena cara. El 3ro, en 4to y el 5to fueron buenos toros. Con bravura al caballo, con nobleza y con prontitud. Se vieron bien, pues al menos en lo que pa’ mí cabe en una tarde de mancitos toreando a caballete. Del cartel de hoy, Joao Moura (hijo) tuvo la mejor actuación -obteniendo la única oreja, cosa rarisisisima en un festejo orejeril como son los rejones. J.R. Restrepo, nada que ver, un rejoneador que siempre ha creído, cree, y seguirá creyendo que los rejones de castigo se colocan en las patas. Pero bueno, Y un reemplazante Piraquive que salió con la voluntad del que está ahí por arepa. No lo hizo mal, pero como en todo esto, poca práctica, pocas posibilidades, sobretodo en la muerte. Hizo lo que su limitada técnica y plazeo le permiten. Fue llamado a reemplazar al Moura papá, y ahí cumplió. Pero es esto lo que provocó todo el revuelo en esta tarde en la Santamaría. La ausencia de Joao Moura por una supuesta incapacidad médica -reportada el viernes en la noche, según dicen.

Pero antes de entrar a hablar del tema, quiero hacer una aclaración que mi honestidad me demanda. Una aclaración que debo hacer para estar acorde con el tono de este post. La situación es que YO, Abadía Vernaza, asisto a la Plaza de Toros de la Santamaría de forma «gratuita». Mejor dicho, trabajo para la logística que es contratada por la Corporación Taurina de Bogotá. Es la única forma que mi presupuesto me permite asistir a la Temporada Taurina en Cali -en la cual sí me abono- y después a la de Bogotá, que es donde actualmente resido. En esta soy un aficionado -ese título no se compra, ni se vende, así como el cariño verdadero-, más no soy abonado. Pero tampoco estoy dentro de la Corporación, no tengo contacto con ningún directivo o miembro de Junta Técnica, y ni siquiera estoy bajo órdenes directas. El punto de esta aclaración, es que como lo hacían los aficionados abonados bogotanos, exigían respeto, yo también lo hago a viva voz en Cali. En Bogotá «debo» callar -sin embargo, muchas veces se me hace incontrolable; la verdad, la mayoría de la veces. Entonces, como Aficionado que también paga en otra plaza, entiendo lo que es sentirse burlado por la Empresa y por la Mafia que hay alrededor de cada Plaza -al menos, en el 99% de éstas. Y apoyo la protesta de los abonados y las peñas en esta tarde de 6 largos toros de rejones.

La situación en Bogotá fue la siguiente: Habíase anunciado los J.Moura, junto al J.R. Restrepo ese. Y en todo momento se mantuvo este, sin notificar la ausencia del patriarca de los Moura, y su intercambio -para nada humanitario- por J.L. Piraquive (un rejoneador que había tenido un rotundo fracaso anteriormente y como es imaginable no brindaba ninguna garantía de arte y profesionalismo). La Empresa alegó que el mencionado Moura papá notificó su enfermedad apenas el viernes. Una enfermedad que como están las cosas ahora en la fiestica, uno duda que sea de tantísima gravedad -alguna gripita como la que tengo ahora, y sin embargo, la pucha, que yo SÍ debo ir a estudiar, así como la del Juli pa’ Cartagena, o Danko que se jodió a puerta cerrada su manita- dejan muchas dudas y mucho tufito a «mieditis» (amigo Betialai, otra enfermedad más, acaso). No sé, la verdad pocos toreros -y «rejoneros» too- tienen las güevitas pa’ torear estando a punto de morirse de migrañas o de fiebre -Castellita, las resacas caleñas no cuenta. Ahora solo recuerdo la de Víctor Puerto, hace unos 7 años en Cali. Salió del hospital para la Plaza, con una altísima fiebre -con el acá conocido «abrazo del pato», una enfermedad que nos dio a todos y creánme que era una pesadilla: fiebres, dolores de cabeza y de músculos, mareo, etc. Una gripe ni la ….-. Mi amigo Puerto, torero que respeto por su entrega sincera hacia la Afición caleña, es una excepción a las reglas de ahora. Del hospital al ruedo, y de ahí pa’l hospital de nuevo. ¡Que güevas!

Pero bueno, volvamos a la bogotana trifulca en la corrida de rejones. Los aficionados más serios no dudaron en abuchear y gritar hacia el Palco de Empresa, por el atropello que estaban cometiendo con ellos. Las peñas, en actitud que aplaudo y suscribo, voltearon sus pancartas usuales, y colgando en ellas otras que decían:

LOS ABONADOS EXIGIMOS RESPETO.

LOS AFICIONADOS EXIGIMOS MEJORES GARANTÍAS.

LA EMPRESA IGNORA LOS INTERÉSES DE LA AFICIÓN.

y siempre se inundaron los silencios con el grito de: ¡PAGAMOS Y EXIGIMOS!

Protestando, con toda la razón del mundo, por una jugarreta sucia que se armaron los del Taurineo. De entrada, no es posible comparar un rejoneador portugués, de experiencia, como debe ser el señor Moura, con las posibilidades de un criollo que apenas y torea en alguna que otra placita, por más ganas que le meta. Pero no es solo eso. Es lo blando que son las Empresas, que en su afán de ganar más billullo, ceden en todas la demandas de los figurines, y si en alguna forma no ceden, se les caen de los carteles como si esto fuera una cuestión de armar ferias provisionales. Pa’ eso anunciemos a Changó, el gran putas, y después, cuando los boletas estén re-vendidas les ponemos Pepito Colador, que clava esa espada como si fuera un el cojín de la costurera. Pero pilas, que eso se llama Publicidad engañosa, pero como cualquiera se consigue un Certificado Médico, pos pobrecitos los debilísimos toreros, que se recuperan de la real y verdadera cornada en 15 días, pero no pueden torear porque tienen moquitos. Hay que tener más firmeza para organizar y hacer respetar una plaza. Pero sobretodo, a una verdadera afición que tiene derecho a ver un espectáculo digno, justo y verdadero.

Si al menos se armase una temporada con Toros de verdad, ahí sí venga y vaya que Juanito Torero o Rejonero se atreva a metérsele a un animalote de esos. Ahí sí, qué me vale que al Niño Torero le dé culillo arriesgar sus Euros, y un valiente Pedro Sin Marquesina, se le pare con toda. Estrellita el uno; TORERO, el otro. Pero como ahora vivimos de las corridas mass-media -y ahí Josesito T. se las pica a no TV, pero eso es más showsudo que el Super Bowl. Deberían hacer algo así como un Box-Office de las corridas más taquilleras de la Temporada, con nombre así re.guay. Pero como ni toros ponen, ahí sí, pues la puteada se la ganan pero con ganas.

Falta mucha, muchísima seriedad en la Empresas que arman las Temporadas. Pero sobretodo, falta respeto hacia el Aficionado y hacia la Fiesta misma. No sé, qué hacer en estos casos. Exigir razones de verdadero peso pa’ «caerse» del cartel. O aplazar el festejo hasta que las condiciones (para la integridad de la Fiesta) estén dadas. No sé. Pero no armar un temporada de mentiritas, donde hasta los más ingenuos y desentendidos terminan tumbaos -a pesar de que no se dan cuenta. Que se cayó por culo de cornada, son los gajes de la Fiesta. Que le dio «mieditis» pues, salite no toreés, niñito. La afición paga y tiene todo el derecho a exigir. A exigir condiciones apropiadas, mecanismos de control, sanciones estrictas, transparencia en la organización y, más que todo, respeto por una Fiesta que gira alrededor del Toro y bravura. Alrededor de la majestuosidad de un animal que entrega su vida en una lucha honesta y valerosa. Porque los toreritos figurines parecen haber olvidado la magia y el ritualismo sacro de una pelea entre hombre y bestia. Todo respeto y profesionalismo -la pasión- hacia una Fiesta que exige hombres de verdad, ante animales de asombro.

Es por esto que vale la pena escribir sobre la corrida de rejones. Porque este jueguito nos ha pasado a todos los que metemos algo de nuestra platica en una actividad que la mayoría de las veces no dejan NOS DEJA (corrijo fatal errata) cabizbajos, pero con verdadero gusto volvemos a hacerlo al año siguiente, esperando ese algo que pague todas las tardes de aburrimiento, decepción, insulto y rabia.

Y como alguna vez me enseño mi papá: «El verdadero aficionado va a todas la corridas que pueda, y como pueda, porque uno nunca sabe qué pasará». Y pues ahí voy. Como pueda, cuando pueda, las veces que sean, porque nunca es suficiente, nunca hay de más.

Abadía Vernaza

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