Toreando es como un verdadero torero demuestra su calidad de Maestro y se saca la espina que la apuntalan las críticas y los desapruebos. No digo que esta faena la haya hecho para callarnos a todos los que el 28 de diciembre le criticamos su falsa faena y triunfo. No digo que lo haya hecho para nosotros, lo hizo porque eso es lo que sabe hacer Luis Bolívar: torear de verdad, con suavidad, profundidad y elegancia. En el fondo, no nos demostró nada que no supiéramos, simplemente sacó la sabiduría y maneras del pundonor torero e hizo una faena excepcional a un manso y complicado 6to. que en otras manos, ni se hubiera dado por enterado de su paso por el ruedo.
Volvimos a ver a Bolívar toreando, como dictan los cánones, con tandas ligadas, con suavidad de muñeca y profundidad, ceñidas a su cintura, despertando la embestida y el peligro a un mansorrete de Puerta de Hierro. Citando de lejos, sin floritura, embarcando al toro con temple, en un derechazo de gran factura. Parando al animal en su sitio, manejando los terrenos, los tiempos, pausando la faena y sin cometer errores, ni dejarse llevar por la emoción desbordada por los tendidos. Mandando con maestría, andando con elegancia torera, adornando la faena con pase de las flores en exceso ceñidos, cambiando de mano y toreando de verdad. Haciendo lo que sabe hacer, Bolívar había despertado al público en Cali, quienes caíamos presas del aburrimiento en medio de una descastadísima corrida, muy de los Puerta de Hierro, cosa que uno ya sabe y no sorprende -aunque si emputa- su mansedumbre y el por qué carajos siguen enviando bichejos año a año -Propietario de la Ganadería: Eduardo Estela Garrido, Pdte. Fundación Plaza de Toros de Cali: Eduardo Estela Garrido, no hacen faltas dos dedos de frente.
Pero volvamos a la magna faena ejecutada por Luis Bolívar. Después de la decepción del 28, ver a Lucho toreando con una verdad absoluta, plantado en el centro del redondel y sacando los más plásticos muletazos, llegó la sublimidad torera, acomodando al animal en un mejor sitio, ignorando los atrevidos pedidos de indulto a semejante manso, Bolívar se prepara a estoquear y provocando la embestida del bicho, lo mata recibiendo, estático, con una estocada hasta el fondo, tan certera que hizo rodar al toro sin puntila. Dos orejas, las únicas dos orejas ganadas a ley, ¡Son tuyas, Lucho, son tuyas! gritaba mi padre. Y así es.
El resto de la corrida una mierda. Los animales de Puerta de Hierro bien presentados pero sin nada por dentro. Nada es nada, la peor mansedumbre del mundo, mansedumbre irritante e insoportable. Tan mansos los hijoputas toros que ni Ferrera pudo hacer su show banderillero en su primero. Cuatro toros fueron insufribles, el 4to. permitió el toreo ratonero y populacho, lleno de voluntad pero sin una pizca de arte. Ferrera me ha parecido un torero honrado, con su estilo showcero, pero metido en la lidia, en el desarrollo de la corrida como jefe de lidia que era, mandando desde el callejón y hasta calmando los altercados que ahí surgieron -entre alguacil y Alex Benavides, subalterno colombiano. Son detalles de profesionalismo torero, que muchas figuritas deberían aprender, porque ahí no están frente a french poodles, están frente a bichos peligrosos y en cualquier momento pueder suceder alguna tragedia. Porque trágica sí es esta fiesta. Entonces, destaco esa entrega de Ferrera a su profesión y a su compañeros, con quites y mando a una tarde con varios sustos y problemas detrás de tablas.
Morante se fue en ceros, abucheado por el público de Cali, que no vieron sus pocos pases, robados a dos mansotes, el peor lote, que era estatuas vivientes. Los pases que robó fueron de buena factura, lo que deja ver un toreo diferente, más plástico, menos emotivo al tendido. Salió en su burbuja y ahí se mantuvo, con detalles que como admirador del arte, me llamaban la atención, dentro de su bohemia torera, pero de pelea, nanai. Aún me queda una tarde de Morante en Bogotá, vamos a ver.
Al final, dos toreros en hombros cuando debió haber sido uno: Bolívar. Con una faena maestra, que lo ratifica como el mejor torero de Colombia, rehaciendo a su manera los pasos del Maestro de Maestro, César Rincón. Luis Bolívar demuestra que en Colombia sí hay talento torero, y no sólo esa tauromaquia vulgar, ratonera, efectista y mentirosa que ejecutan otros toreros de esta tierra. Ha salvado la tarde, la peor tarde de todas. Y a pesar de esto tan maravilloso, queda el sabor amargo de boca al ver a tan patético encierro, en tan importante cartel, llevando al traste las ilusiones del verdadero aficionado. Ya es hora de plantear medidas verdaderas contra la mafia que controla a la Plaza de Toros de Cali porque todo es manejado con una arbitrariedad que da miedo.
La Plaza no es de ellos, es de todos. Ya toca hacer verdadera posesión de ella por el pueblo caleño. ¡No más rosca!