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Otra corrida más

A veces, en este ejercicio de reseñar corridas just for fun uno llega a quedarse sin tener mucho para decir, ni bueno, ni malo. Ni rabón, ni divertido. Es que la corrida de ayer estuvo normal, dentro de los cánones de la tauromaquia posmoderna.

El encierro de Las Ventas del Espíritu Santo (propiedad del Maestro Rincón) estuvo muy en su tipo: toros de media cepa, irregulares en presentación y juego. Unos corpulentos pero con poca cara y poca encornadura, otros mejor armados pero con poco peso. Y en general, de muy poca fuerza, trayendo de nuevo esa lidia contemporánea a media altura y sin exigir mucho a los gatos. Así, carentes de ímpetus en los animales, transcurrió una corrida de las de ahora, como nos están tratando de acostumbrar. En el reconocimiento se quedaron dos, teniendo que ser cambiados a última hora. No me imagino qué eran.

En el 1ro., Vargas no entendió al negro, no sabía dónde pararse, moverse, sentarse. El otro tampoco ayudó. Así quedó. En su segundo toro (4to), Sebas Vargas quedó con ojo y tirria a su bicho astifino, después del susto en el primer lance y así, lo de destoreó, tratando de inventar una mansedumbre que no existía. Nada, la Plaza no le creyó.

En el 2do., El Juli lidió un toro completamente sometido, arrodillado. Si bien vale el llevarlo a ese punto, el animal carecía de ímpetu, nada de poder. Ahí podrían quedarse horas, con una bestia más que bruta. Cortó una oreja, por el cariño que le tiene esta Plaza tan sabrosa. En el 5to. El Juli le trató a un manso insoportable, de esos que el calor caleño hace aún más jartos. Así, nos aburrimos mal. Yo me pregunto qué tendrá Cañaveralejo para que tanto animal salte así, aterrado, saliendo despavorido. Vaya uno a saber.

La mejor nota de la tarde la tocó Iván Fandiño. En el 3ro. lidió con honestidad a un toro complicado y peligroso. Mandó y metió carne buscando ganar la pelea. Una oreja. Y al último, le sacó una faena interesante, con verda, con mucha torería. Lástima que al final cayó en el show del indulto que esta Plaza armó con animalete que apenas y entró al caballo. Igual tuvo que estoquear, siendo muy efectivo. Dos orejas y con esto abrir la Puerta del Señor de los Cristales.

En notas apartes, me entristece mucho las mañas y jugarretas que buenos subalternos de la casa han agarrado, alterando la faena. Ellos saben quiénes son.

Abadía Vernaza

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Una buena corrida… de las posmodernas

El domingo vivimos una buena corrida de esas que se viven en la tauromaquia posmoderna y que a fuerza de repetición parece que nos va a tocar aprender a disfrutar para no ser siempre el amargado. Y es que si en la novillada vimos animales poderosos, con fuerza para empujar en los caballos, esta corrida fue el regreso del monopuyazo y el toreo entre algodones.

El flojo y falto de fuerza encierro era de Las Ventas del Espíritu Santo del Maestro Rincón. 6 animales en el tipo de Las Ventas, que en este lado del charco son la quintaesencia del toro-artista. Animales movelones, repetidores, en su tipo bien puestos pero que no pueden con su propia animalidad. De fuerza, nanai. Los tres primeros, besando la arena. Incluso, un cinqueño de casi 600kg, lindo, pero que no podía consigo mismo el vergajo. Volvieron los temores de tullidos y aumentaban los argumentos achacados al ruedo. Mera falta de fuerza. Los tres siguientes, a falta de una expresión sarcástica, permitieron el lucimiento de los toreros.

El parche de tres esta tarde fueron Sebastían Vargas, «El Juli» y Sebas «Ole, torito» Castella. En orden, Vargas «prendió» la fiesta en su primero con la banderillas, tercio para el cual es un putas, para qué! Con la muleta, lo justo y adiós. En el segundo, como ya nos acostumbró, puso un par al violín para apretar nalgas, arriesgó y aplausos. Después, en torería voluntariosa y deslucida, lidió al cuarto, levantando una oreja, larga por la Presidencia.

Julián L. «El Juli» tuvo en suerte en 1er. lugar un bicho que salió sin patas. ¿Y qué pachó? Pa’ la eternidad. En el segundo, Julián salió con muchísima voluntad, como hace mucho no le veía, dirigiendo la clínica lidia de un posmo-torito. Monopuyazo, los tres pares de regla (cosa que se respeta en Bogotá, must say) y al trapo rojo. Estático, Sembrado en la arena y toreando a media altura, ejecutó una buena faena, según las condiciones del animal. Lo lidió bien, se sintió a gusto y mostró variedad en la muleta. Cuando fue la hora, y desoyendo los impertinentes pedidos de indulto, se fue sobre el mono y plantó una estocada precisa. El toro plantó su último aliento en centro del ruedo y le valió la vuelta al ruedo. Al Juli, no tengan duda, le dieron las dos orejas.

El que cerraba era Castella. Eso del Cid no era nada. Habían quedádose pegados un par de anuncios del año pasado. Y aguzados que somos nosotros, los vimos… En el primero, salió un burraco sin fuerza que la Santamaría en su afán de protesta, armó un jaleo para la devolución a los corrales. Hasta la espalda al ruedo dieron, sin razón. El Presidente lo negó y se plantó y Castella debió continuar. Faltísimo de fuerza pero había que torearlo. Lo hizo de forma digna, arrancando buenos pases y ahí los volteados volvieron a mirar. Así es a veces esta Plaza. En el segundo, empezó con el video de Youtube pero pronto cayó en cuenta (¡por fin!) que el toro exigía otra lidia. Supongo que mentalmente recordó la cátedra de tauromaquia y lidió dando el sitio, el tiempo y los espacios al animal. Perdonen si soy un poco duro, pero es que jamás le había visto por fuera de su coreografía. Toreó largo, con temple, mandó al bicho y también desoyó los pedidos de indulto. Este no fue agraciado con la vuelta al ruedo, Castella sí. A hombros salió junto a El Juli.

Así se cerró la 1ra. de abono, con el jaleo innecesario de la Santamaría, con los pares cojonudos de Vargas, con los pases adornados de El Juli y con Castella cambiando un poquito para bien. Una de esa tardes donde las maricaditas pagan la boleta y hacen que sea una buena corrida, de esas de las posmodernas.

Abadía Vernaza

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4ta. y 5ta. de abono.

Por diferentes razones, entre ellas una absoluta pereza de escribir, dejé pasar las corridas de Santa Bárbara y Juan Bernardo Caicedo. Trataré de hacer memoria de lo ocurrido en esos dos días. Cualquier inconsistencia atribuidla a mi falta de constancia y pereza mental. Quedamos así.

En orden, la 4ta. de abono fue una corrida interesante, enviada por el capitán Barbero a Bogotá. Toros bien presentados, con cara, trapío y buen peso. Frente a ellos estuvieron Diego Urdiales (torero que me apetecía ver por lo leído en la taurósfera española), a Miguel Abellán (torero español que recala siempre en Cali, donde hace y deshace, por fuera del ruedo, of course) y Sebastián Vargas (torero colombiano con valor y suerte. Sobretodo, suerte). De detalles ya poco queda en mi memoria de aquella tarde. Lo que sí recuerdo es el encierro de Santa Bárbara que puso en aprietos a los de a pie. Una corrida con sabor y picante que permitió ver la gama que va de la bravura a la bravuconería. También, recuerdo un temerario par al violín de Sebastián Vargas a su primero, arriesgando de verdad las carnes, sí, sí. Diego Urdiales no estuvo a la altura de lo que esperaba de él. Y Miguel Abellán no estuvo en «modo caleño» pero tampoco rescato mayor cosa de sus faenas. Al menos, nada se me ha quedao’ en la memoria. Eso sí, salí contento con el encierro de Santa Bárbara, preguntándome por qué la «corrida de los 80 años» no fue para Mondoñedo, pero bueno, los toros cumplieron y eso es más importante. Seguíamos con animales que daban de qué hablar, usualmente para bien.

La 5ta. de abono correspondió a la ganadería de Juan Bernardo Caicedo y con ellos venían en el cartel «El Cid», Luis Bolívar y Daniel Luque. Sin desear ningún mal y una pronta recuperación a Castella, ese cambio de último minuto fue mi agrado. No es para nadie desconocido que el toreo del francés me aburre, como si viera 60.000 veces el mismo video en Youtube. Y por eso, el cambio por El Cid era, al menos, algo que me motivaba. El Cid es un torero que me gusta. Tiene algo que me hace creer en él. Y para mí, ese domingo lo demostró. Salió a torear de verdad, especialmente en su primero, templó, mandó y lidió. Tal vez alguna de sus orejas fue muy larga, pero sinceridad demostró en el ruedo. Además, esa tarde El Cid ebullía torería, toreando, agradando y mandando como director de lidia. A mi, que me tildan de «enemigo» de los toreros, me agradan ese tipo de detalles y los aprecio. Son reflejo de no sólo vestirse, sino sentirse torero. Ahora, de Daniel Luque debo decir que también me gusta (¿será que me estoy ablandando?). Me gustan sus formas poco ortodoxas de interpretar el toreo, sin perder el sitio y el temple. En su primero ejecutó una bonita faena que fue rematada con un «estoconazo» de antología. En serio, propinó una muerte certera y digna a un buen ejemplar de Juan Bernardo Caicedo, que si no recuerdo mal fue premiado también con vuelta al ruedo, ganando a ley una oreja por su lidia y otra por la estocada. Una comunión que poca veces ocurre. En su segundo estuvo muy por debajo y apenas recibió unas tímidas palmas. Sin embargo, Luque sigue siendo (en esa única tarde que le vi este año) un torero con mucho futuro y obviamente, mucho camino por recorrer para alcanzar la maestría. Al menos va por buen camino. Camino que no ha seguido Luis Bolívar. El colombiano ha pasado de ser una promesa de la verdadera torería a un enorme promotor del destoreo, la falta de sitio y los truquitos. En ambos animales (y en varios durantes las últimas dos temporadas) Bolívar ha demostrado que su arte se está diluyendo en un mar de mentiras. Toreando a control remoto, dejando espacio pa’ que pase una tractomula entre toro y él, Bolívar apela al discurso de ser «el torero colombiano con mayor proyección en los ruedos españoles» para obtener el favor del público voluble que colma la Santamaría y a punta de orejas demasiado, pero DE MA SIA DO largas, ha salido triunfante cuando sigue sin volver a demostrar por qué en algún momento fue considerado promesa del toreo (el de verdá, pa’ que no queden dudas). Lástima por Bolívar, de tanto idolatrar al santo se le termina quemando. Paila, como diríamos los más pollos. Los toros de Juan Bernardo sí fueron algo destacable. Bonitos, bien hechos, de buen juego en general, siguieron poniendo una buena nota a esta temporada de mucho toro y poco torero. Entre bastidores cuento que se quedó un hermoso sobrero en los corrales de la Santamaría, por culpa del tejemaneje en el sorteo y la CARA que tiene ese mono de JBC. Seguían los toros buenos y de verdad. Ay, cómo me estaban dando de gusto!

Les dejo tres galerías de fotos, una de la 4ta. de abono, otra de la 5ta. de abono y una de los juanbernardos en los corrales, todas de mi gran amigo, «más amigo de los toreros que yo» y cada vez mejor fotógrafo, Andrés Rivera. De paso, lean su bló, se los recomiendo. De las diferentes perspectivas, decía un buen aficionado venezolano, «es que el mundo del toro es muy arrecho». Eso es verdá.

Abadía Vernaza.

PD: Esta tarde o mañana escribo lo ocurrido en la 6ta. y última de abono en Bogotá (y de la temporada taurina colombiana… 😥 SNIFF). Eso aún lo tengo fresquito, fresquito.

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Gravísimo error.

Gravísimo error haber llamado «toreros honestos» a Uceda Leal y Matías Tejela. En la corrida del domingo demostraron esa total ausencia de honestidad torera, tratando de disfrazar su miedo e impotencia antes los cojonudos Mondoñedos como si fuera una falta de raza de los animales. Y mentira, los animales, especialmente los lidiados en 2do. lugar mostraban el genio y la casta que tienen los animales de verdad, y no la de los estúpidos burracos que algunos crían y les llaman toros-artistas.

Pido mil disculpas a mis cuantos lectores por cometer tan terrible error. Rectifico.

Para mí, la Mondoñedo siempre será una corrida de verdad, una que me hace ilusión. Como en este mundo de las corridas de toros, la crianza del toro es una lotería, un ritual donde la comunión deja mucho al azar. La sangre brava no siempre es brava, y la mansa, aunque siendo una excepción, no siempre es mansa. La corrida de Mondoñedo no deja de ser una corrida provocativa. Podemos llamarla la corrida más dura de estos lados del charco. Por eso, en el sorteo afloran todo tipo de discusiones, se tratan de tumbar animales, recurriendo a cualquier imperfecto para sacarle del encierro. Se discute, se acaloran, se pelea, etc. De todo pasa antes, durante y después de la corrida. Todos saben que ahí, en algún lugar, hay casta. Y muchas veces, de las más peligrosa.

Por eso, a pesar que los tres primeros fueron animales que mansearon, midieron y se rajaron, no eran insufribles. No eran burracos estúpidos. Animales con malicia indígencia, con sentido aguzado, con mala leche. Los 3 siguientes fueron animales bravos -o tal vez, alguno más bravucón. Animales que los toreros no quieren ver ni en un pintura de Goya. Es que ni siquiera en una de Botero. Y así sucedió con Uceda Leal y Matías Tejela. No los quisieron ni ver y trataron de engañar al público santafereños, que una vez más se limpió de la asistencia pop y no comió cuento.

Sebastián Vargas, el torero que en el papel tiene las menores condiciones, se destacó por su entrega y aunque toreó a control remoto y como sus limitadas capacidades lo permitían, por lo menos se le metió en el camino a ese tren que salió en 4to. lugar. Eso se llama pundonor. Leal y Tejela salieron despavoridos, para el hotel. Como se escuchaba a la salida en los pasillos: «¿A qué vino Uceda? ¿De paseo? Pitados, como pedo de loca.

Mondoñedo sacó la casta que su ganadería lleva por dentro. Porque esta tarde comprobé que a mí lo que me molesta es la estupidez insufrible y no la mansedumbre peligrosa, a la que no se le puede andar por ahí faroleando. Para mí, Mondoñedo debe ser la única ganadería obligada en cualquier plaza digna de Colombia. Es más, tienen la casta para lidiar en otras partes. Pero como todos sabemos que no son toritos-pop con ellos no hay bullerengue asegurado.

En varas, buenas peleas, que demuestran cómo son seleccionados y para qué son criados estos animales en las colinas del municipio de Mondoñedo, a apenas 30 minutos desde donde escribo estas líneas.

Abadía Vernaza.

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Luis Francisco Esplá en Colombia.

[Actualización: Lastimosamente, por motivos personales que se agravan por el costo del «gustico»,  no podré viajar este domingo a Duitama. Me duele muchísimo no poder hacerlo, sabiendo que son las últimas oportunidades que tengo de ver algún día a «Paquito» Esplá, como dijo mi tío quien recordaba haberle visto poniendo banderillas magistralmente por allá en los años ’70, cuando tuvo un paso fugaz por Cali. Es una pena. También estará en Armenia el 17 de enero. Tampoco puedo esa fecha porque empieza la Temporada en Bogotá ese mismo día. Tristeza taurina la que siento hoy al escribir esto.]

Me acabo de enterar que el maestro Luis Francisco Esplá toreará en Colombia el próximo 10 de enero. Lo hará en la Plaza de Toros César Rincón en Duitama, Boyacá. Será la despedida de América de un torero que sólo he visto por videos y del cual he leído sus ponencias en diferentes Congresos Taurino y Encuentros de Aficionados. Es una corrida que no me perderé por nada del mundo. Desde mañana me pongo a gestionar las entradas para el próximo domingo junto a mi compañero de andanzas Felipe Botero y, tal vez si se nos pega, mi hermano menor, buen aficionado también. El cartel lo completan Sebastián Vargas, torero de la tierra, que salió mejor parado en Bogotá frente a José Tomás y José María Manzanares con un justo indulto y Uceda Leal, matador de toros que siempre ha sido de los quereres de esta casa. Los animales, de don Jerónimo Pimentel con su hierro de El Paraíso. La cosa pinta.

Sé que en España habría varios blogueros como Rosa J.C. o Manon, entre otros, se nos unirían a este periplo por una de las tierras más taurinas de Colombia. Fue una gratísima sorpresa, sobretodo después de esta decepción tan grande que fue Cañaveralejo.

La foto, como es costumbre es de Manon. De ahí enlazo este post «Historia (incompleta y mal contada) de una tarde apasionante», despedida de Esplá de Las Ventas en Madrid. Para mí, de las pocas cosas que quedaron del 2009.

Abadía Vernaza.

PD: También quiero rescatar que ese mismo día se celebra una corrida de toros en la Plaza de Toros «La Morenita», en Choachí, Cundinamarca. Toros donados de «El Paraíso» para Ramsés, Juan Solanilla y Moreno Múñoz. Esta pequeña plaza también es de esta casa y hasta hoy mi rumbo era hacia allá. Pero Esplá puede con todo. Prometo un post cuando baje la marea taurina sobre «La Morenita» y la gestión que hace el señor Pimentel a su Escuela Taurina.

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