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Dos últimas de abono, Bogotá.

Con un aforo hasta la teclas en ambas corridas, las de 14 y el 21 de febrero fueron las únicas que lograron llenar la plaza de la Santamaría. La 1ra. por la expectativa de Enrique Ponce y El Juli, y José Tomás y Manzanares en la última. En ambas, el cartel era completado por un humilde torero de la tierra, el toricantano Moreno Muñoz y el curtido Pepe Manrique. El 14 se corrieron 6 burracos de Alhama. El 21, de Las Ventas del Espíritu Santo.


El 14 de febrero fue una corrida insufrible. Si usted, querido aficionado bogotano, se preguntaba cómo era la temporada taurina en Cali, el encierro de Alhama le mostró cómo está la decandente plaza de Cañaveralejo. Ese día podemos hablar de una «cañaveralización» de la Santamaría. Toros mansos, aburridos, insufribles. Carteles de postín con toreros que le llevan fácil. Al final, la más completa decepción porque no hay ná de ná. Así es Cali y así se está convirtiendo Bogotá. Por poco y en unos años firman a Puerta de Hierro. Es que si hay algo que saben hacer los ganadero-empresarios de Cali es lobby. Y el Dr. Castro es el papá de los helados en eso. En últimas un encierro descastado a morir y una terna de toreros intentando de todos, toreo y destoreo pa’ armar la chupamelculo. Y ni así se pudo. Lo más de la corrida fue la cogida de Moreno Muñoz, que no pasó de una luxación lumbar pero sí demostró la falta de técnica del joven torero y su obstinación por seguir parado frente a la cara del toro. A este mancito lo van a coser a cornadas, lo presiento.

De verdad, me sabía a Cali, al sumarle los calores que están haciendo en la otrora fría Bogotá por culpa del fenómeno del Niño. Más de una pensaría que se había equivocado de plaza. Y así seguía una temporada que, exceptuando 1 y media corrida, no levantaba cabeza.


Y llegó el final de la temporada. El cartel de postín, postinazo. JT, JM y PM (nadie entendería nunca que me refiero al compatriota Manrique). Toros del Maestro Rincón. Se sabía que era una corrida más escogida, completamente personalizada. Como quien dice, vaya a McDonalds y arme su propio McMenú. JT va primero, JM después y Manrique, échele al buche lo que quede. Y así como es costumbre, en palabras de JT en noticias nacionales, venir a principio de año a Bogotá, también lo es lidiar la ganadería de Rincón. Un encierro bien presentado en edad, con toros por encima de los 4 y medio.

Pepe Manrique, el director de lidia (en teoría) le tocó, expresión común, «en suerte» el lote más complicado del encierro. Con más pena que gloria, creo que Manrique lidió con honestidad y trató de estar a la altura de mansurrotes.

JT salió y pa’ qué pero el man impone. Tiene percha. Muy adornado en su «novillo», se olvidó de su categoría de matador propinando un par de pinchazos, una estocada y par de descabellos hasta escuchar un aviso. Una faena con color distinto pero que no me convencía. El quinto toro y su respectiva lidia fue la quintaesencia de lo que es la «tauromaquia post-moderna». Un animal aparentemente bien hecho, bien presentado, con 500 y pucha de kilos 4 y medio o más años. Pero, a mi modo de ver, era el animal más triste que he visto en mucho tiempo. El bicho no podía con su animalidad y era estúpido a más no poder. Me recordó ese consejo de mamá que dice «ser noble no es ser güevón». Este tipo de torito-artista es criado con tan poco peligro y poder que es menos que una carretilla. JT podía pegar 30, 60, 90, 120 o 150 pases y el animal no lo rozaría ni pa’ darle un besito. Es más, de tumbarlo sin querer, el bicho se voltea, le pide disculpas al de Galapagar y vuelve a la muleta. Además, como ya habíamos dicho, no podía con su animalidad, entonces JT le aplica la dosis postmoderna del toreo a media altura, con algodones y pinzas, porque someter y hacer humillar a alguien que es tan buen tipo como que no. En definitiva, el torito iba y venía a diestra y siniestra, eso sí, sin fuerza ni poder de toro bravo. Una pantomina animal y con eso JT armó el zafarrancho, de tauromaquia posmoderna, por supuesto.

En el tercero, Manzanares aplicó una lidia elegante a otro manso que no podía con su alma. Y sale. Bonito, pero y eso pa’ qué? Del sexto pude ver, por fuerza mayor, hasta la segunda tanda. El único toro alegre con transmisión. Y con el bullicio a flor de piel eso olía a indulto desde que abrieron los chiqueros. Santana, magistral con las banderillas, a lo que el subalterno español (perdón no tener su nombre) que venía con Jose María en replica recetó otro gran par, de una forma que con todo respeto no estamos acostumbrados a ver de los subalterno españoles. Y hasta ahí llegué. Opiniones encontradas sobre la faena de Manzanares. Pero yo no puedo decir nada. Lo único que quiero rescatar es un cuadro que me narraron dos personas muy cercanas: «Manzanares sostenía la muleta en su mano derecha, parando como debe ser al toro que en su casta y bravura humillaba y se aprestaba a arrancar la embestida. Y justo en ese instante, como sostenido en el tiempo, el resoplido del bravo toro a la arena hacia ondear la falda de la muleta y parecían abrazarse así durante siglos. Pero en lo que era un abrir y cerrar de ojos, el toro embestía de nuevo y Jose María templaba haciendo el toreo». Imágenes de una Fiesta que, todos ya lo sabemos, está herida de muerte.

Y «sanseacabó» esto en Colombia.

Juzguen Uds: José Tomás en la Santamaría (lidia del 5to. toro).

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Soponcio – 2da. de abono.

La noche de ayer en Cañaveralejo fue otra aburrida corrida más. Comencemos por decir que fue a las 7:40pm, después de un considerable aguacero y un día de cabalgata donde reina el desorden y el exceso de alcohol, incluyendo a los que asisten a la Plaza. Es otra de las corridas «regaladas» a las que los habituales -si es que queda alguno- evitan ir, para no mezclarse entre ese público verbenero y carnavalesco que «colma -según la Empresa- los tendidos de Cañaveralejo. Las «nocturnas» tienen ese aire de festival taurino, que otrora se organizaban en paralelo al abono y hacía que hubiese días de doble corrida, recuerdo de lo que alguna vez fue una Plaza de importancia. Pero Cañaveralejo no se queda atrás, y todos los verdaderos aficionados sabemos en lo más profundo que, con tristeza, esta es una fiesta en franca decadencia. Una decadencia contemporánea, donde parece no haber un lugar verdadero para la Fiesta de los Toros.

Estos tiempos han olvidado el valor de la vida y la muerte, del enfrentamiento entre razón y fuerza bruta, entre humano y bestia. Han olvidado el sentido del pundonor y nos hemos convertido en seres mediatizados, en una gama de espectáculos circenses, hecho para diversión de los más salvajes. Pero este no es el espacio para realizar esa discusión. Simplemente, son apuntes sueltos, de los que yo, como aficionado, me surgen cuando pienso estos tiempos de posmodernidad y entornos digitales. Mejor, volvamos a la corrida. ¡Ah, es que no hubo nada importante en la corrida! Por eso, me toca improvisar y hablar mierda en esta plazuela, tan digital ella.

Los toros eran de Guachicono ruta 2, es decir, Alhama. Un encierro que nunca estuvo completo en trapío. Algún toro, bien formado en su tamaño y contextura, pero con pitones de becerro que daban lástima. O algún cornalón, bien armado, pero con una cara de vaca escurrida que tampoco ayudaba. Y muy en el tipo de los Guachico, veletos, cari-alargados. El único que marcó la diferencia fue un jabonero, con aceptable trapío -al que siempre llama la atención un jabonero- al cual aposté mi herencia a que era de reata comprada a otra ganadería, muy posible, a don Jerónimo Pimentel. Eso nunca lo sabremos, pero lo que parecía salvar la papeleta, se comportó como el resto de sus «hermanos»: descastados, despistados, tardíos, aquerenciados. En fin, todos los adjetivos de un encierro aburrido, pesado e insoportable.

Los matadores, ni fu, ni fa. Paco «…………………» Perlaza, como siempre con su carencia de arte, aunque él y el público de Cañaveralejo se las den a que sí las tiene (Le voy a hacer un grupo de Facebook: «Paco Perlaza tiene la afición más grande del mundo y lo vamos a demostrar» o algun güevada así). Pero puede que tenga muchos amigos, porque de arte no tiene nada. Y sigue siendo el mismo torerito calentano que ha sido desde sus épocas novilleriles y ya contra eso nada podremos hacer. Salvador Cortés fuera de sitio, dejando ir a los animales, rajando la faena y saliendo con más pena que gloria de la noche en Cañaveralejo. El mexicano Macías fue el único que puso una notica alegre, con un par de quites, que sin ser la sublimidad capotera, al menos alegraron un poco esta noche de sopor.

Las cuadrillas, terribles. Los peores pares de banderillas que veía en un buen tiempo y los mono-puyazos de ley -contemporánea- que ni siquiera, siendo una, es bien ejecutada. HDP sí somos muy inútiles en estos tiempos posmodernos. Nota fea, el insulto de Santana y Chiricuto -subalternos, anoche a órdenes de Paco- que se ensartaron en pelea con un aficionado del tendido 3, a la cual Paco también se sumó para hacer show y desviar la atención en esa faena estúpida y aburrida que estaba ejecutando.

Alguien que nos acompañaba por 1ra. vez en su vida en el tendido dijo que cuál es la gracia de ir a ver tremendo espectáculo tan aburrido. Y sí, tenía toda la razón. Ahora, salgo a la Plaza.

Abadía Vernaza.

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Qué vergüenza, Alhama

Es que cómo es posible que se presente tan terrible encierro, en una tarde de tanta importancia para Cañaveralejo. Solo dos toritos cumplieron, el 2do. y el 3ro. pero tampoco para pedir indulto, don Luis Fernando, tampoco. No te lo vamos a indultar, para eso mandanos un toro excepcional. El resto, una manada de burracos. Es que eran más toreables los chivos mansurrones de Puerta de Hierro.

Los de Alhama, no servían para nada. Ni siquiera la entrega de Rincón y de Bolívar sirvieron para subirle el nivel a tan grande tarde de despedida. El primero un manso que a punta de sapiencia y buen sitio, César, logró arrancarle algunos pases llenos de profesionalismo. Pero a los otros, nada. No se les pudo hacer nada. y así la emoción despertada por la faena de Bolívar, en las que ganó dos orejas bien dadas, y la de Rincón al 3ro. que perdió todo sus apéndices por culpa de la espada -Siento mucho decirte esto, César, pero ahí tuviste algo de culpa. Pendiente de un indulto inexistente, alargaste la suerte innecesariamente y no fuiste decidido en la estocada. Ahí se diluyó todo. La tarde perdió toda emoción, toda alegría, todo el arte. Y solo quedó la entrega de ambos toreros, el profesionalismo, la calma y la lidia, que era imposible a estos abominables bichos. Y especialmente, el respeto por la afición. Aquel respeto que las directivas no han tenido, y por culpa de esto, Cali y su temporada taurina van en decadencia.

César Rincón ganó dos orejas, Luis Bolívar, otras dos. El resultado, una tarde triste, nostálgica, donde mucho quisieron ver la tauromaquia de Rincón, y la suavidad clásica en ascenso de Bolívar, pero como muchas veces le he dicho aquí, sin toro no hay nada. Aquí solo algo tuvo importancia, y fue la despedida del Maestro. Pero una despedida que se escapó a lo taurino. Lástima. Aún me quedn dos tarde de Rincón, y como le he dicho, abiertamente bolivariano, muchas de Bolívar. Pero no hay derecho. No es justo, es un robo, un insulto.

No más, por favor, no maten a Cañaveralejo. Si alguien lee este blog y esta interesado en sentar su voz de protesta, por favor, hagámoslo, que la Plaza está muriendo. La tarde de ayer fue un bajonazo.

Abadía Vernaza

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