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La ignorancia es atrevida.

Una pena como el público de la Santamaría se hace pasar por público conocedor cuando la Presidencia actuó con reglamento en mano, y peor, que caiga en la marrulla de los de a pie para pretender cambiar un toro que, más allá de tener una mansedumbre peligrosa, no tenía ningún defecto físico y debía ser lidiado como lo exigia su condición de manso. Eso fue el cuarto toro de la tarde, un manso con peso y bien armado, como no se lo soportan los toreros y salen con la displicencia en una mano y el terror en la otra a salir del paso de tan «impotable» animal. Pero es que este animal nos da mucho de qué hablar. Sin ningún defecto físico, Manrique no lo quiso ni siquiera oler y ayudado por la marrulla que hizo su cuadrilla para tratar de devolverlo a los corralles, el manso adquirió aún más sentido y ahí sí no hubo nada que hacerle. Es que el animal, con algo de 10 capotes en el ruedo, fue trasteado durante más de 7 minutos de un lado al otro de la Plaza antes de ser picado. El asunto de las banderillas negra puede ser más debatible, pero fueron ordenadas y Devia y Piña nada debían hacer desafiando la orden de Usía. Para mí, acertada o no, no acatar las órdenes de la Presidencia cuando la situación para nada lo amerita es una verdadera falta de oficio. Y que aunque es cierto que los toreros colombianos les toca muy duro frente a quienes vienen de España, pararse en una condición tan inferior y convertir a la plaza de toros en una de mercado en lugar de optar por una lidia decorosa y según las condiciones del animal, es mucho peor.

En el primer toro, Manrique estuvo por debajo de lo que ofrecía el animal y dejó escapar una faena importante, a mi modo de ver. Es decir, no sólo estuvo por debajo por culpa del peligroso manso que los puso a parir micos, sino que teniendo posibilidad de triunfar en el primero Manrique optó por no hacer mayor cosa.

Lo mismo sucedió con una estrella, con Perera. Y es que en su primer turno tuvo en suerte otro «incómodo» manso, que venía con el pequeño detalle de estar bien armado. A mucha gente no le gustan los mansos peligrosos, a los toreros tampoco. A mi me encantan. No es que yo esté en contra de los toreros y los quiera ver chorriando sangre en el ruedo, ni mucho menos. Pero me gusta este tipo de animales porque desnudan sus marrullerías y artimañas y evidencia la falta de sentido lidiador, esencia de la maestría torera. Así pues, Miguel Ángel Perera ni siquiera trató de medir las distancias y/o darle los terrenos a este burraco hosco. Y así lo despachó, excusándose en su falta de colaboración.

El segundo fue un novillo feo y mal presentado. Manso estúpido al cual Perera sí le hizo porque el animal podría pasar por sus muslos una centena de veces y no le iba hacer ni cosquillas. Total ausencia de peligro. Eso sí es «cómodo». Un torero que depende tanto de las condiciones de sus adversarios lejos está de la maestría que consagra a pocos, así sea el primero, segundo o chorrocientos del escalafón.

Y sólo resta Pablo Hermoso de Mendoza, quien después de haber «hecho historia» con el rabo cortado hace 8 días, salió a la Plaza con las orejas, y de pronto, otra colita de res en la cabeza. Mucho más bullicioso y espectacular que lo realizado el domingo pasado, Mendoza arriesgó en demasía los caballos, lo que a la larga terminó en una cornada al buen Silveti. Tengo que hacer la diferencia que como rejoneador, Mendoza es distinto. Me parece que sí torea con el caballo, dando al rejoneo de lo que tanto adolece, de sitio y de temple. Tampoco era pa’ rabo, pero sí dio una lección de toreo a caballo, sobretodo con el rejón de muerte. Sin embargo, ayer, Pablo Hermoso de Mendoza estuvo en otra onda más pendiente del público, de agradar a los que se perdieron el rabito y querían ir a ver si había otrico (como si no hubieran pasado como 50 años desde el anterior).

Los animales de Achury Viejo fueron un encierro irregular, manseando la mayoría de ellos. Eso sí, venían con peligros en los pitones. Animales mansos (excepto a mi opinión el primero), hosco, alguno más bravucón, sin nobleza y mala leche. De presentación también irregular, un par de ellos bien presentados, otro avacado y un novillo-grande, o novillo-toro como lo llaman para meterlo en el reconocimiento. Manrique y Perera salvaron la integridad por poco, tal vez por el miedo y la desidia que acusaron. Silveti, caballo de Pablo Hermoso, no tuvo tanta suerte. Y es que para mi sigue siendo muy distinto arriesgar las propias carnes que las de otro animal. Por eso el rejoneo sigue siendo un espectáculo menor, llena-plaza, de espectadores que hablan por hablar y pelean por pelear.

Esa fue la tercere de abono.

Abadía Vernaza.

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Dos últimas de abono, Bogotá.

Con un aforo hasta la teclas en ambas corridas, las de 14 y el 21 de febrero fueron las únicas que lograron llenar la plaza de la Santamaría. La 1ra. por la expectativa de Enrique Ponce y El Juli, y José Tomás y Manzanares en la última. En ambas, el cartel era completado por un humilde torero de la tierra, el toricantano Moreno Muñoz y el curtido Pepe Manrique. El 14 se corrieron 6 burracos de Alhama. El 21, de Las Ventas del Espíritu Santo.


El 14 de febrero fue una corrida insufrible. Si usted, querido aficionado bogotano, se preguntaba cómo era la temporada taurina en Cali, el encierro de Alhama le mostró cómo está la decandente plaza de Cañaveralejo. Ese día podemos hablar de una «cañaveralización» de la Santamaría. Toros mansos, aburridos, insufribles. Carteles de postín con toreros que le llevan fácil. Al final, la más completa decepción porque no hay ná de ná. Así es Cali y así se está convirtiendo Bogotá. Por poco y en unos años firman a Puerta de Hierro. Es que si hay algo que saben hacer los ganadero-empresarios de Cali es lobby. Y el Dr. Castro es el papá de los helados en eso. En últimas un encierro descastado a morir y una terna de toreros intentando de todos, toreo y destoreo pa’ armar la chupamelculo. Y ni así se pudo. Lo más de la corrida fue la cogida de Moreno Muñoz, que no pasó de una luxación lumbar pero sí demostró la falta de técnica del joven torero y su obstinación por seguir parado frente a la cara del toro. A este mancito lo van a coser a cornadas, lo presiento.

De verdad, me sabía a Cali, al sumarle los calores que están haciendo en la otrora fría Bogotá por culpa del fenómeno del Niño. Más de una pensaría que se había equivocado de plaza. Y así seguía una temporada que, exceptuando 1 y media corrida, no levantaba cabeza.


Y llegó el final de la temporada. El cartel de postín, postinazo. JT, JM y PM (nadie entendería nunca que me refiero al compatriota Manrique). Toros del Maestro Rincón. Se sabía que era una corrida más escogida, completamente personalizada. Como quien dice, vaya a McDonalds y arme su propio McMenú. JT va primero, JM después y Manrique, échele al buche lo que quede. Y así como es costumbre, en palabras de JT en noticias nacionales, venir a principio de año a Bogotá, también lo es lidiar la ganadería de Rincón. Un encierro bien presentado en edad, con toros por encima de los 4 y medio.

Pepe Manrique, el director de lidia (en teoría) le tocó, expresión común, «en suerte» el lote más complicado del encierro. Con más pena que gloria, creo que Manrique lidió con honestidad y trató de estar a la altura de mansurrotes.

JT salió y pa’ qué pero el man impone. Tiene percha. Muy adornado en su «novillo», se olvidó de su categoría de matador propinando un par de pinchazos, una estocada y par de descabellos hasta escuchar un aviso. Una faena con color distinto pero que no me convencía. El quinto toro y su respectiva lidia fue la quintaesencia de lo que es la «tauromaquia post-moderna». Un animal aparentemente bien hecho, bien presentado, con 500 y pucha de kilos 4 y medio o más años. Pero, a mi modo de ver, era el animal más triste que he visto en mucho tiempo. El bicho no podía con su animalidad y era estúpido a más no poder. Me recordó ese consejo de mamá que dice «ser noble no es ser güevón». Este tipo de torito-artista es criado con tan poco peligro y poder que es menos que una carretilla. JT podía pegar 30, 60, 90, 120 o 150 pases y el animal no lo rozaría ni pa’ darle un besito. Es más, de tumbarlo sin querer, el bicho se voltea, le pide disculpas al de Galapagar y vuelve a la muleta. Además, como ya habíamos dicho, no podía con su animalidad, entonces JT le aplica la dosis postmoderna del toreo a media altura, con algodones y pinzas, porque someter y hacer humillar a alguien que es tan buen tipo como que no. En definitiva, el torito iba y venía a diestra y siniestra, eso sí, sin fuerza ni poder de toro bravo. Una pantomina animal y con eso JT armó el zafarrancho, de tauromaquia posmoderna, por supuesto.

En el tercero, Manzanares aplicó una lidia elegante a otro manso que no podía con su alma. Y sale. Bonito, pero y eso pa’ qué? Del sexto pude ver, por fuerza mayor, hasta la segunda tanda. El único toro alegre con transmisión. Y con el bullicio a flor de piel eso olía a indulto desde que abrieron los chiqueros. Santana, magistral con las banderillas, a lo que el subalterno español (perdón no tener su nombre) que venía con Jose María en replica recetó otro gran par, de una forma que con todo respeto no estamos acostumbrados a ver de los subalterno españoles. Y hasta ahí llegué. Opiniones encontradas sobre la faena de Manzanares. Pero yo no puedo decir nada. Lo único que quiero rescatar es un cuadro que me narraron dos personas muy cercanas: «Manzanares sostenía la muleta en su mano derecha, parando como debe ser al toro que en su casta y bravura humillaba y se aprestaba a arrancar la embestida. Y justo en ese instante, como sostenido en el tiempo, el resoplido del bravo toro a la arena hacia ondear la falda de la muleta y parecían abrazarse así durante siglos. Pero en lo que era un abrir y cerrar de ojos, el toro embestía de nuevo y Jose María templaba haciendo el toreo». Imágenes de una Fiesta que, todos ya lo sabemos, está herida de muerte.

Y «sanseacabó» esto en Colombia.

Juzguen Uds: José Tomás en la Santamaría (lidia del 5to. toro).

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Toro, Toro, Toro…

¡Wasted! totalmente desperdiciados semejantes torazos. Un encierro de lujo, con casta, bravura y trapío. Que importa tecnisismos aburridos que desnaturalizan la pasión de la fiesta.

El toro es toro, y se reconoce de inmediato. No importa decir que era bragado u ojo de perdiz. Que era playero o cornivuelto. Que era Contreras o Parladé. Eran toros, Mondoñedos de verdad. Hace un buen tiempo no veía en Cali un encierro de estas majestades. Para qué, pero al menos animales hemos visto, así, con los peros y todo, me voy contento. Con más carraspera en la garganta, pero con la alegría de ver toros ¡Lo viste, lo viste. Que toro, hijueputa!  Porque «nada tiene importancia si no hay TORO«.

Aunque siempre queda un agridulce. El de ver toreros tan incapaces, tan desubicados y sobretodo tan asustados con los toros de verdad. Anteayer, se le daba cierta gavela a los novilleritos, están empezando aunque tampoco es excusa pero al menos es más comprensible. Pero con toreros de más de 5 y 10 de años alternativa, es inaudito.  Y sobretodo-todo, que sean peores que un novillero con la espada. Así de sencillo, en las novilladas Pre-Feria no se devolvió ningún toro por avisos ¡A Diego González, sí! Y con las estocadas más asquerosas que le he visto a un torero en mucho tiempo. Abucheo totalmente justo, mi viejo, es que estabas siendo un canalla con la espada. Te salvó el indulto, aunque ese se lo ganó el torito, papá, se indultó solito.

Así son las cosas, Dieguito, el primero lo desperdiciaste entero, y te pasaste la faena tratando de matarlo, pero ni pudiste. Al final te sonaron los tres avisos, aunque el toro ya se te hubiera echado; porque lo dejaste como un colador, maldito (disculpame el insulto, pero así no se hace con los toritos, eso no se les hace). Y en el segundo, que de buenas sos. Aunque te digo un secreto: TOREÁ AL NATURAL. No mostrés a semejante toro a punta de estatuarios. Era todo de izquierda y medios. Menos mal y te fue los 20 minutos que lo muletiaste, aunque por poquito -y gracias a tu incompetencia- no le perdonan la vida -cosa que hubiese sido lo más justo si se tiene en cuenta tu labor como torero. El toro se indultó solito. Bravo por Pilarico, pitos para vos. ¡Toro, Toro, Toro!

Cadena, hiciste una bonita faena, que transmitió, pero que mal estás con la espada. Ni Alzate lo hace tan mal. Y así es que se pierde todo: esa es la suerte suprema, papito. Por algo te llamamos Matador de toros. De nada sirvió tu alegrona faena. De nada. Y pa’ Manrique le digo… hombre, mejor me quedo callado. Ya sos un viejo alternado. Ya estás más allá que acá, ya era hora de aprender a mandar, a templar y a matar, pero bueno, que importa, esa platica se perdió.

Me quedo con mis toros, con los hermosos Mondoñedos. Es que es así. Yo voy a TOROS, aunque espero que salga un torero competente para que no haya tanto desperdicio. Es que de 5 toros muy buenos, solo se toreó a uno, y el otro que se indultó solito. El resto pa’l destazadero sin haber dado lo mejor de sí. No, mentira, sí dieron algo muy bueno de sí. Dieron una espléndida pelea en los caballos, todos. No quedó caballo en pie ¡Vamos toro, dale más duro. Dale, que ese caballo va pa’l suelo, torito bravo!

Al final, ¡toros, toros, toros!… Hermosos toros bravos, bravísimos, que fueron al caballo y así todo es más bonito. Esperemos a la Corrida de Navidad -1ra. de abono- a ver como nos salen los Puerta de Hierro, los Guachicono, los Alhama. Confieso que no les tengo muchas esperanzas, pero ojalá que dejen la jeta cerrada.

¡Gracias, Mondoñedo, por tan hermoso encierro, competirías por el trofeo pero lástima era Pre-Feria¡

PD: Si no hay nada en las de abono, pedimos que os lo den a vosotros, Mondoñedos.

Abadía Vernaza

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